Algarabía boricua en las gradas del JetBlue Park.
6 de marzo de 2013 - 10:44 AM .
Carlos Beltrán firma autógrafos a fanáticos que asistieron al JetBlue Park en Fort Myers. (Lino M. Prieto / Enviado espeicial)FORT MYERS – Por momentos parecía que la novena de Puerto Rico estaba jugando en el estadio Hiram Bithorn. La vibra y el ambiente en las gradas del moderno JetBlue Park hacía recordar a esas noches de locura y pasión en el histórico recinto capitalino.
Miles de fanáticos puertorriqueños se adueñaron prácticamente de esta instalación para presenciar el choque del martes entre Puerto Rico y los Medias Rojas de Boston.
Desde temprano en la tarde comenzaron a llegar fanáticos boricuas a este estadio portando banderas, trompetas y otros instrumentos musicales, y por supuesto una camiseta o una gorra alusiva a la representación.
“Venimos a respaldar a nuestro equipo y a ponerle sabor a esto aquí. Voy a los míos”, dijo Miguel Reyes, un boricua residente en Tampa, que viajó un par de horas para presenciar el desafío.
Tan pronto se entonó el himno de Puerto Rico se comenzó a sentir la presencia puertorriqueña en las gradas. Cuando Irving Falú conectó de imparable fue que los jugadores nacionales se dieron cuenta que no estaban solos.
“¡Yo soy boricua, pa que tu lo sepas!, comenzaron a corear los fans boricuas mientras eran observados por los seguidores de Boston. Algunos respondieron con abucheos.
Pero no fue hasta que Puerto Rico marcó sus primeras carreras que el estadio hizo explosión. Por momentos los fanáticos de Boston parecían minoría.
En la quinta entrada, los Medias Rojas asumieron el control 4-3 y el ánimo de algunos seguidores caribeños bajó un poco de intensidad.
“Ya se nos fueron al frente. Eso es el problema. Nos preocupa mucho el pitcheo. Estamos malitos”, dijo un seguidor puertorriqueño que vestía una camiseta del uniforme de Puerto Rico.
Los boricuas cayeron finalmente vencidos, pero hasta el último out los fans estuvieron haciendo ruido. Tras concluir el choque, decenas se arremolinaron cerca del autobús de la delegación para pescar un autógrafo de sus peloteros o quizás simplemente una foto para el recuerdo.
6 de marzo de 2013 - 10:44 AM .
Carlos Beltrán firma autógrafos a fanáticos que asistieron al JetBlue Park en Fort Myers. (Lino M. Prieto / Enviado espeicial)FORT MYERS – Por momentos parecía que la novena de Puerto Rico estaba jugando en el estadio Hiram Bithorn. La vibra y el ambiente en las gradas del moderno JetBlue Park hacía recordar a esas noches de locura y pasión en el histórico recinto capitalino.
Miles de fanáticos puertorriqueños se adueñaron prácticamente de esta instalación para presenciar el choque del martes entre Puerto Rico y los Medias Rojas de Boston.
Desde temprano en la tarde comenzaron a llegar fanáticos boricuas a este estadio portando banderas, trompetas y otros instrumentos musicales, y por supuesto una camiseta o una gorra alusiva a la representación.
“Venimos a respaldar a nuestro equipo y a ponerle sabor a esto aquí. Voy a los míos”, dijo Miguel Reyes, un boricua residente en Tampa, que viajó un par de horas para presenciar el desafío.
Tan pronto se entonó el himno de Puerto Rico se comenzó a sentir la presencia puertorriqueña en las gradas. Cuando Irving Falú conectó de imparable fue que los jugadores nacionales se dieron cuenta que no estaban solos.
“¡Yo soy boricua, pa que tu lo sepas!, comenzaron a corear los fans boricuas mientras eran observados por los seguidores de Boston. Algunos respondieron con abucheos.
Pero no fue hasta que Puerto Rico marcó sus primeras carreras que el estadio hizo explosión. Por momentos los fanáticos de Boston parecían minoría.
En la quinta entrada, los Medias Rojas asumieron el control 4-3 y el ánimo de algunos seguidores caribeños bajó un poco de intensidad.
“Ya se nos fueron al frente. Eso es el problema. Nos preocupa mucho el pitcheo. Estamos malitos”, dijo un seguidor puertorriqueño que vestía una camiseta del uniforme de Puerto Rico.
Los boricuas cayeron finalmente vencidos, pero hasta el último out los fans estuvieron haciendo ruido. Tras concluir el choque, decenas se arremolinaron cerca del autobús de la delegación para pescar un autógrafo de sus peloteros o quizás simplemente una foto para el recuerdo.
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