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miércoles, 20 de marzo de 2013

Gratamente sorprendido



Raúl Rivera acaricia el trofeo del Clásico Mundial de Béisbol. (Suministrada)
Lo menos que se imaginó el puertorriqueño Raúl Rivera cuando fue elegido para representar a la Isla en el MLB Fan Cave era que el equipo de Puerto Rico iba a llegar a la final del Clásico Mundial de Béisbol.
Muerto de la risa, el policía de 28 años y oriundo de San Juan, reconoció que cuando vio que Puerto Rico pasó de la primera ronda se sorprendió. Y ese asombro aún le dura. “Imagínate. Yo no lo puedo creer todavía”, expuso vía telefónica el hombre que resultó electo junto a otros 15 fanáticos de igual cantidad de países para presenciar todos los partidos y compartir sus impresiones por las redes sociales.
“Honestamente, yo quería que Puerto Rico ganara, pero creía que pasaríamos de la primera ronda”, añadió risueño el fanático de los Cachorros de Chicago y de los Marlins de Miami.
De hecho, el descreimiento de Rivera fue tanto que solo pidió dos semanas y media de vacaciones de su trabajo como policía en Fort Lauderdale, Florida. Cuando los boricuas pasaron de ronda, tuvo que regresar a su trabajo. Debido a esta circunstancia, no pudo presenciar la fase final del Clásico, que se realiza en el AT&T Park, de San Francisco, California. “Ahora mismo estoy en Florida (donde reside hace cinco años y medio) porque tuve que regresar a trabajar. Cuando traté de pedir más tiempo, me dijeron que me necesitaban de vuelta. Pero he seguido compartiendo mis impresiones por Twitter (@787_raul)”.
Rivera no se cansó de alabar al cuerpo monticular de la escuadra boricua. “El pitcheo ha sido lo más sorpresivo. Esa era supuestamente nuestra debilidad y ha funcionado sin tener muchos lanzadores reconocidos. Nelson Figueroa, que es de los más conocidos, ha hecho tremendo trabajo. Y J.C. Romero también ha hecho un trabajo brutal”, apostilló.
Gran experiencia
Aunque Rivera no pudo llegar hasta California, las experiencias que acumuló durante el tiempo que estuvo en el Fan Cave y las amistades que hizo lo acompañarán siempre. “Fue una experiencia increíble, chévere y triste a la vez. Conocimos muchos veteranos como Carl Ripken e hice muchas amistades. Cada vez que se eliminaba un país y se iba la persona que lo representaba era triste”.

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