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martes, 29 de mayo de 2012

Familia de niña arrollada por conductor ebrio relata el terrible accidente

martes, 29 de mayo de 2012
02:06 p.m.                 

 

                                                              

 

La niña Valeria N. Ayala Amaro, de cinco años, murió arrollada el lunes por la noche presuntamente  por un conductor bajo los efectos de bebidas embriagantes que perdió el control del volante por la cuesta de las parcelas de Jardines de Bordaleza, en el barrio Emajaguas de Maunabo,  cuando se  descontroló y chocó a  otro auto a unos 300 pies de distancia.
La menor, indefensa ante el peligro que se avecinaba, estaba sentada en el piso frente a la marquesina de la residencia de su vecina, en la parcela nueve, poniéndose los patines que le regaló su tío, ya que el viernes cumpliría sus seis años de vida; en ese momento, el  conductor de una guagua Hyundai Santa Fe, de 2010, la embistió y lanzó a unos 50 pies de distancia hacia el interior de la marquesina.

La primera en llegar a la escena fue la vecina de la casa del frente, Yolanda Lebrón, quien narró que segundos antes pasó frente a la residencia donde estaban reunidas alrededor de seis niñas, la mayor de unos nueve años, para llamar a su hija para que se fuera a bañar, cuando escuchó el estruendo del accidente.
“Ellas estaban jugando. Mi nena había acabado de llegar de la graduación y ellas se fueron a jugar ahí al frente. Yo salí porque estoy pendiente cada ratito y cada papá va saliendo a chequearlas y en ese momento yo salí y le digo a la mía: '¡Fabiola! Vente vamos a bañarte'. Y me dice: 'No mamá, déjame un ratito más'. Y lo que hago es meterme a la casa para sentarme cuando yo oigo el ¡bum! Y yo salí pensando que eran dos carros que habían chocado y cuando yo miro que veo que el carro estaba metido ahí adentro yo empecé a gritar: '¡Las nenas, las nenas!'. Y en el humental, porque había mucho humo, yo veo los piecitos de la nena, y yo pensé que era la mía”, relató la vecina.
Recordó angustiada que su hija le tomó la mano y le gritaba: “¡Mamita por favor levántate!” Y en esos instantes notó que el conductor se estaba pasando hacia el asiento del pasajero.
Brenda Amaro y Luís A. Ayala, fortalecidos en su fe, clamaron por justicia y recordaron a su hija, a quien veían en un futuro como una predicadora, como amorosa y destacada en el modelaje.

Fue su madre, quien es paramédico, quien supo desde el primer momento que había perdido a su “princesita”.
“Yo desde que la vi dije: 'Se me fue porque yo la vi, yo le busqué el pulso y no tenía'. Los mismos nervios no me dejaban, y yo le decía a mi esposo: '¡Wiwi se nos fue! ¡Se nos fue!'  Y yo me volví loca, llamando al 911 y a los guardias, a todos. No la movimos porque esa escena siempre hay que dejarla, pero yo sabía que cuando llegamos al CDT la resucitaron, bregaron, pero yo sabía que estaba más allá que acá”.

                                                                   

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